sábado, noviembre 20, 2010

Aprender, Escuchar, Actuar

A medida que pasa el tiempo -evidentemente- mi hija va creciendo, y con su crecimiento deja lecciones y estelas de sabiduría que solo pueden venir de seres humanos tan pequeños pero tan complejos como los niños...

En estos días hace tantas cosas con pericia insuperable, que por breves momentos me olvido de que aun es una chiquitica.

El otro día estaba en el cuarto jugando con nosotros y en medio de la chulería, le dio con quitarse los zapatos. Al poco rato, hizo ademan de ponerselos (lo cual hace perfectamente bien) y al más ligero intento, se rindió y dijo "Papi, ayúdame".

Quizás más por comodidad que por su bien, le dije "Mi hija, tu sabes ponerte los zapatos. Tu mamá y yo ya te enseñamos como hacerlo. Póntelos, Tú puedes"... y en seguida intentó, fracasando más veces que antes pero, en poco tiempo, lo logró...

Lo mismo ha sucedido con el subirse y bajarse de la cama (entre tantas otras cosas más). Ocasionalmente "se le olvida" que hace mucho más de 1 año aprendió y al más mínimo vestigio de fracaso, miedo, ñoñería o duda, inmediatamente repite la fórmula mágica: "Papi, ayúdame"...

Observé su conducta y reflexioné bastante al respecto. En poco tiempo, me vi reflejado a mi mismo en ella... y vaya que me dio duro...

Muchas veces estamos frente a situaciones que anteriormente hemos enfrentado y -como siempre- hemos contado con el auxilio de Dios. Nos ha mostrado de qué se trata, con maestría de detalles, PowerPoint incluido, notas de estudio para pasar el exámen y hasta monitoreo constante, y sin duda hemos salido victoriosos -o al menos fortalecidos- de un sin número de situaciones que hemos sorteado.

Es común que situaciones similares vuelvan a presentarse, o bien, situaciones que podemos resolver con la experiencia adquirida en situaciones anteriores, pero por alguna razón nos turbamos y olvidamos que el Rey del Universo, el Gran Yo Soy, el Todopoderoso, Omnipresente y Omnisciente, ya nos enseñó como nadie, la mejor manera de hacerle frente a esos Goliats, onda en mano, y pegarle semejante pedrada en la frente, cual minúsculo David.

Sin embargo, tenemos una tendencia natural a tomar posturas temerosas, apocalípticas y un tanto cómodas, donde dejamos todo "En manos del Señor" cayendo en la inacción y hasta en Pecado de Omisión, bajo la premisa de que no somos capaces de hacer frente a determinadas situaciones.

Entonces pues, de lo que se trata no es de creernos autosuficientes, maestros de la didáctica y del pragmatismo, relegando a Dios -y su voluntad- a "unos grados más abajo que un perro", sino que tengamos la capacidad de enfrentar las situaciones/pruebas/ocomoaustedseleantojellamarles sabiendo que no hemos sido abandonados por Dios. Que El nos ha regalado la capacidad de no tropezar con la misma piedra -aunque lo hagamos- porque somos seres racionales con memoria y capacidad de aprendizaje... y que si ponemos en sus manos las situaciones y actuamos en consecuencia, tenemos la Seguridad de que seremos guiados por el camino de su voluntad, que siendo o no agradable a simple vista, siempre será la mejor opción porque no importa cual sea el resultado final...

...hemos decidido atravesar el camino, con Dios a nuestro lado...