Sobre la Omnipotencia
A raíz de una situación muy difícil que vivió una hermana recientemente, me quedé reflexionando sobre la Omnipotencia de Dios y lo que significa en la vida del Cristiano. Me siento un poco ridículo escribiendo sobre algo que mentes tan brillantes como Santo Tomás de Aquino ya desarrollaron, pero ahí vamos. Hago la aclaración de que es una mera, simple y burda reflexión personal que no está sustentada en estudios de teología, dogmática ni doctrina católica. Por tanto, no recomiendo usarla como referencia. Léase, pues, a discreción.
Muchas veces pasamos por situaciones difíciles, o algún ser querido/conocido, y tenemos una tendencia natural a acompañar emocionalmente a la persona en dificultad. Es una actitud hermosa que me recuerda constantemente con mucha ternura el corazón de pastor del Apóstol Pedro y cómo en diferentes medidas, cada uno de nosotros tiene algo de eso.
El asunto es que en esa labor de acompañamiento, nunca faltan palabras o intenciones que procuren levantar el ánimo del hermano en calamidad. El problema no es que nunca faltan, sino que a veces sobran. A veces cometemos excesos y pasamos de dar ánimo a dar Esperanza -o al menos a intentarlo- ya que la única fuente real y auténtica de Esperanza, es Cristo Jesús. No obstante, por alguna razón, cuando procuramos predicar la Esperanza no solemos remitir a las personas a los pies de Jesús -aunque parezca que sí lo estamos haciendo- sino que utilizamos figuras y elementos del mensaje cristiano para facilitarle un poco el camino hacia el entendimiento y aceptación de la Esperanza, generalmente inclinándonos hacia la Esperanza del Exito y no hacia la Esperanza de que -no importa que pase- seremos acompañados siempre por su Gracia, así el desenlace nos genere Tristeza o Alegría.
Acompañar al hermano significa precisamente eso, hacerle compañía. No se espera que tengamos la fórmula mágica de las palabras que el necesita -supuestamente- escuchar, cual si la revelación de Dios está supeditada al mismo espacio de tiempo en que se presenta la necesidad del Ser Humano y no al momento oportuno designado por Dios para hacerse escuchar. Por eso acomodamos -aunque en el fondo no es más cómodo- la acción de Dios a lo que es nuestro deseo y nuestras limitaciones.
Se nos olvida que nosotros fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios y no que Dios ES imagen y semejanza nuestra. Parecería lo mismo desde un punto de vista meramente matemático y literario, pero en realidad el único modelo, patrón, protagonista y centro ES EL, no nosotros.
Hemos reducido su Omnipotencia a lo que creemos que puede ser realizado por Dios, desde nuestra humanidad, y nos olvidamos del significado pleno de esta condición, es decir, que al restarle capacidad ejecutoria, desde la perspectiva de nuestra propia esperanza, reducimos la grandeza del Señor y damos cabida a que el enemigo se engrandezca de manera involuntaria.
Por otro lado, también hemos abusado de lo contrario. Le hemos dado tal "seguridad", si pudiera llamarse, a la Omnipotencia de Dios, que se ha convertido en una simple fórmula de dignificación y hasta status quo del ser cristiano, que a veces se manifiesta de un falso señorío. Complicada cosa.
Nos olvidamos que si bien Dios puede hacer literalmente "cualquier cosa, siempre que implique la perfección del verdadero Poder" Santo Tomás de Aquino, El puede hacerla SI ES SU VOLUNTAD... y esta segunda parte es la que ignoramos, voluntariamente o no, y nos apresuramos a "declarar", "profetizar", "premonizar" y hacer toda clase de afirmaciones futuristas, perfectamente alineadas a la Teología de la Prosperidad -Protestante por demás-, por la cual a veces creemos que por ser hijos de Dios, estamos exentos de que nos ocurran cosas malas... y la verdad que es más chulo pensar así, pero nada dista más de la realidad.
Nos queda entonces el reto de aprender que el acompañar al hermano se trata de reconocer -y ayudarle a reconocer- la Omnipotencia de Dios, manifestada a través del Señorío, en todo el esplendor de su (Real, Santísima y Mesiánica)* Voluntad, asimilándola en nuestras vidas en total y plena comunión con tres (3) Santas:
- Santa Esperanza!
- Santa Paz!
- Santa Alegría!
* Parafraseado de mi hermano Yuan Fuei-Liao